sábado, 16 de noviembre de 2013

Panteón marino I: De vuelta a Rapture


Cuando se anunció que Bioshock Infinite tendría DLC, muchos nos temimos lo peor. Tras una primera incursión en el terreno del material descargable con "Enfrentamiento en las nubes", un modo horda bastante divertido, largo y que me está volviendo loco para conseguir todas las Blue Ribbons, se anunciaba que Bioshock Infinite contaría con dos DLC's más, en esta ocasión para ampliar la trama y la historia del propio juego. Y cuando hablamos de trama, Bioshock y Ken Levine en la misma oración, todo apunta a que de ahí saldrá algo brillante.


 Pero es que además, nos dijeron que estos dos DLC's transcurrirían en Rapture, esa maravillosa ciudad que es ya por derecho propio la Babilonia de los videojuegos. Y entonces fue cuando la agitada marea del hype hizo presa en mi corazón. Y por eso cuando el miércoles pude sentarme un ratito a disfrutar del DLC, organicé todo mi ritual habitual antes de enfrentarme a las obras jugables más esperadas por mi. El pack completo: solo en casa, a oscuras, equipo 5.1 bastante alto, la ruedecita del subwoofer subida a niveles que con dos niños no suelo poder permitirme, la mesita de centro libre y despejada, una velita con olor a canela en la parte superior del mueble, y un señor cubata de Whisky del malo con Red Bull del bueno para amenizar. Sin duda ha sido mi momento de la semana.

Ese momento de darle al botón X para lanzar el juego me hizo darme cuenta de que ni lo tenía introducido en la consola. Al haberlo descargado contaba con tenerlo en el HDD y simplemente se me olvidó que como DLC que es, requiere del disco de juego para ejecutarse, tal era mi grado de emoción.

  bioshock820

Nada más ejecutarse el DLC, nos encontramos con una Elisabeth muy cambiada. Una Elisabeth que nuestro Booker no recuerda de nada y que parece regocijarse en esa ironía. Interesante cruce de miradas, misteriosa -que no sugerente- caída de ojos, y una misión encomendada. Buscar a una niña de nombre Sally, que parece haber desaparecido en un momento en que en Rapture están desapareciendo muchas niñas a la vez.

 Salimos de nuestro despacho y nos encontramos con un espectáculo que al fan de Bioshock se le antoja inigualable. Rapture. Pero es Rapture antes de la fatídica Nochevieja de 1958, una trágica fecha en la que como sabemos, empezó el principio del fin. El derrumbe de una utopía donde las ideas movían el mundo y el capitalismo jamás fue una opción. Una ciudad utópica donde los fuertes no estaban constreñidos por los pequeños, donde el artista no tenía que temer al censor... blablabla... Ya nos lo sabemos.

 Y éste es, sin ningún atisbo de duda, el mayor -apenas único- atractivo de "Panteón marino". Recorrer el Rapture esplendoroso, sus calles llenas de vida y de ideas. Las ideas de unos habitantes que como sabemos, eran una auténtica élite. Una ciudad que nunca admitió a los débiles, ni a los mediocres, acaso parte de su magnetismo sea ese. Poder pasearme como ciudadano mediocre que soy por una ciudad que siempre tuve vetada.

 La delicia de "Panteón marino" es la de respirar esas calles. Pararse en cada corro, como se hiciera en la antigua Grecia, para contagiarse de las ideas que surgen de sus pensadores. En Rapture nunca nadie nos dijo una palabra vanal. Todos tienen algo que decir sobre Ryan o Fontaine, sobre cómo algunos han empezado a recombinarse o sobre si es justo haber confinado a estos "recombinados" en el fondo más oscuro de la ciudad.

 Tras estos momentos de recorrer la ciudad, guiados por Elisabeth, aparece un viejo conocido y entonces empieza el juego. Se nos traslada al centro comercial donde se ha confinado a todos aquellos que empezaron a recombinarse y tenemos que salvar a la niña. Volvemos al Rapture que conocemos de antaño. Un Rapture sucio, desordenado, decadente y plenamente disfrutable -como siempre fue-, pero que hace que esos instantes de verdadera magia videojueguil se pierdan y queden, eso si, grabados en nuestra memoria. A partir de aquí, poco hay que decir. El juego es tan jugable como siempre, con un plásmido y un arma nuevos y tres horas (aproximadamente) de recorrer cada sucio rincón de la ciudad en busca de pistas que nos hablen de Rapture. No voy a comentar nada de la trama. Si bien es cierto que no sorprende y que pudo haberse hecho algo no tan convencional, nos mantiene enganchados durante la parca duración del contenido.
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Si os preguntáis sobre si vale la pena adquirir el DLC, en mi opinión si, si bien es cierto que soy un enorme fan de Bioshock y todo lo que huela al húmedo Rapture me la pone muy dura. El precio me parece exagerado. Son 15 euros de DLC, a menos que tengáis pensado comprar ambos -ya que habrá un segundo episodio-, en cuyo caso, vale la pena obviamente pagar el pase de temporada, que cuesta 20 euros y nos ahorramos 10, llevándonos además "Enfrentamiento en las nubes" que a mi personalmente me parece muy divertido. En definitiva, no aporta demasiado a la trama, no revoluciona jugablemente y es insultantemente caro, pero los primeros momentos de conocer Rapture son exquisitos. Si te lo puedes permitir, deberías hacerte con él.

Redactado originalmente para Pixel Busters

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